¿Qué nos queda de la infancia?

La infancia no se va.

Puede que dejemos los juguetes, cambiemos de ropa, apaguemos el televisor que nos acompañaba al salir del colegio. Puede que el andén donde jugábamos ahora esté vacío, agrietado o cubierto de silencio. Pero algo queda.

En Pueritia, creemos que la infancia es una raíz. Aunque crezcamos y tomemos caminos distintos, siempre hay gestos, frases, olores o canciones que nos devuelven a esa época donde todo era más simple, pero también más profundo de lo que pensábamos.

A veces creemos que crecer es olvidar. Pero crecer también puede ser recordar con otros ojos. Volver a ver esa calle donde jugábamos no como un lugar del pasado, sino como el punto de partida de quienes somos hoy.

Cami, Emanuel y Monserrat lo sienten cuando regresan a su barrio, cuando una llamada, una canción o una mirada los conecta con una versión de sí mismos que creían lejana. Lo que queda de la infancia no es solo nostalgia. Son certezas que duelen, afectos que resisten, heridas que siguen sanando.

En los andenes de Pueritia aún habita esa infancia. No perfecta, no idealizada, pero sí poderosa. Una infancia que sigue hablándonos, que nos susurra desde los recuerdos y que, si la escuchamos con atención, todavía tiene algo que enseñarnos.